Saliendo de la estación de Tokyo, (que por cierto es de estilo europeo porque copia a la estación de Ámsterdam según pone en mi guía de viaje), están los jardines de su alteza el emperador de Japón. En realidad la residencia imperial también se alza tras los muros del recinto imperial, pero como es lógico está terminantemente prohibido traspasar las fronteras ajardinadas, así que nos dedicamos a dar un paseo senil por los verdes dominios de los que disfruta.
Realmente lo más espectacular de estos jardines no está dentro, sino fuera. Un enorme lago rodea el inmenso recinto, y sólo hay acceso a su interior por unos tres puentes que lo atraviesan. El jardín es tan grande que sólo rodeándolo ya puedes perder más de veinte minutos, y está flanqueado por numerosas fortificaciones ancestrales como la de la foto, que tiene toda la pinta de ser un puesto de vigilancia feudal. Por cierto, en las aguas de sus lagos hay carpas del tamaño de bates de béisbol, que sobreviven gracias a que por lo visto las tortugas-caimán han cambiado su lugar de residencia definitivamente por el parque de Ueno. Os contaré más de este famoso parque tokyota cuando visitemos su zoo en los próximos días. Objetivo: hacerle fotos al panda.
25 octubre 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Mmm... El emperador es Dios! ... Al menos para los japoneses, jajajaja.
Cuando me vaya ahi, lo siento Luis, pero tu y Patri os tendreis que tragar de nuevo los jardines imperiales y el zoo, jejeje. Que ganas de ver eso!
Nevara en los jardines??? Eso seguro tiene que ser impresionante.
Me gusta la idea de Jose, al Karaoke!!!
Publicar un comentario