Los alrededores del Naikku sí que no tienen desperdicio: el pueblo tradicional que se abre paso a su derecha parecía salido de una película de samuráis. Posiblemente este fuera antiguamente el auténtico Ise, y no el asentamiento de hormigón que le ha quitado el nombre y que se arremolina en torno a la estación de la JR.
Aquí pasó algo curioso: tenía más hambre que el perro de un ciego y en una tienda daban a probar pescadito a la plancha. Me comí uno, y me gustó tanto que cuando fui a comprar un kilo me dijeron: “No están a la venta. Vuelve y come más”. Imbécil de mí... la gente se agolpó en torno a la bandeja de degustación y acabó con los restantes antes de que me diese tiempo a estirar el brazo de nuevo. Tuvimos que cenar Ise Udón, los peores fideos que he tomado en mi vida. Menos mal que son típicos de allí y dudo que se crucen en mi camino una vez más.
20 noviembre 2006
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1 comentario:
Las palabras magicas para desaparecer las cosas ni Abra-Kadabra, ni Sachicomula-bla-bla... "Gratis".
Hablando de samurais, no te has comprado un traje de Samurai?
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