Aprovechando el viaje a Nagoya, decidimos desplazarnos a la vecina población de Ise (es un decir, porque cuesta tanto llegar hasta allí como ir en tren bala desde Tokyo a Nagoya, una hora y media). El motivo de nuestra visita no fue otro que el de profanar dos de los lugares más sagrados del shintoísmo, el Gekkuu (o santuario exterior) y el Naikkuu, santuario interior.
Iniciamos nuestro paseo por el enigmático templo llenos de expectación para encontrarnos... con nada en particular, salvo un montón de caminos cerrados y cortas rutas que conducen a santuarios menores. No todo es insípido, sin embargo: pudimos ver por primera vez a las maikos, las jóvenes sacerdotisas del shinto, que se dedicaban a la tan sagrada labor de vender amuletos en una paraeta especial. Los tiempos cambian...
Como es fiesta, un buen número de seniles visitantes hacen sonar las palmas que invocan a los dioses enfrente de los altares, mientras nosotros emprendemos decepcionados el camino que nos conduce al Naikuu, que a pesar de su nombre se encuentra paradójicamente en las afueras de la ciudad.
20 noviembre 2006
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1 comentario:
Profanar sitios sagrados, que mision mas santa... Lo se, deliro un poco.
Compraste algun amuleto? No llamaste a los dioses?
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